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DON QUIJOTE

Don Quijote e la Mancha


"Alonso Quijano es un hidalgo -es decir, un noble sin bienes y de escala social baja-, de unos cincuenta años, que vive en algún lugar de La Mancha a comienzos del siglo XVII. Su afición es leer libros de caballería donde se narran aventuras fantásticas de caballeros, princesas, magos y castillos encantados. Se entrega a estos libros con tanta pasión que acaba perdiendo el contacto con la realidad y creyendo que él también puede emular a sus héroes de ficción. Con este fin, recupera una armadura de sus antepasados y saca del establo a su viejo y desgarbado caballo, al que da el nombre de Rocinante. Como todo caballero, también necesita una dama, por lo que transforma el recuerdo de una campesina de la que estuvo enamorado y le da el nombre de Dulcinea del Toboso. Por último, se cambia el nombre por el de Don Quijote, que rima con el del famoso caballero Lanzarote (Lancelot). Don quijote sale en busca de aventura. Tiene un aspecto ridículo, pero está decidido a llevar a cabo hazañas heroicas. Sin embargo, aquí comienzan a surgir las primeras diferencias con la realidad: ve una posada y cree que es un castillo; exige al dueño que lo arme caballero en una escena cómica; intenta rescatar a un joven pastor que está siendo azotado por su amo; y ataca también a unos mercaderes que se burlan de él, pero es derribado y herido. Vuelve a su casa y consigue convencer a un labrador, Sancho Panza, para que sea su escudero. Sancho, al contrario que Don Quijote, es un hombre ignorante y práctico, pero poco a poco quedará contagiado por los sueños de su señor. Al poco de partir de nuevo, encuentran unos molinos de viento que Don Quijote ataca creyendo que son gigantes. Además, viven otras muchas aventuras: el hidalgo ataca un rebaño de ovejas creyendo que es un ejército; tiene un duelo a espada con un vizcaíno; libera a unos reclusos que después le atacan; encuentra una palangana de barbero y está convencido de que es un yelmo mágico; y vive situaciones cómicas en una posada. Incluso en una ocasión, Rocinante persigue unas yeguas. Después de todo, Don Quijote decide irse a vivir a lo alto de una montaña como penitencia para merecer el amor de su dama. Pero sus mejores amigos - un cura y un barbero- lo logran engañar y lo llevan a su aldea dentro de una jaula. En sus aventuras también encuentra diversos personajes que aportan tramas secundarias a la novela: unos pastores enamorados, un prisionero de los piratas, etc.


Miguel de Cervantes


Cervantes Saavedra. Dramaturgo, poeta y novelista español, autor de la novela El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, considerada como la primera novela moderna de la literatura universal, Miguel de Cervantes Saavedra tuvo una vida azarosa de la que poco se sabe con seguridad. El inmortal autor de Don Quijote de la Mancha nació en Alcalá de Henares el 9 de octubre de 1547, habiéndose disputado la gloria de ser su cuna Sevilla, Madrid, Lucena, Toledo, Esquivias, Consuegra y Alcázar de San Juan. Ignórase por qué circunstancias la familia de Cervantes determinó fijar su residencia en Alcalá. Puede asegurarse que Cervantes procede de una hidalga cuna. Su abuelo, Juan de Cervantes, corregidor de Osuna, era descendiente del gran Alfonso Nuño, alcaide de Toledo, cuya rama —4→ entroncó con la de los reyes de Castilla por medio de D.ª Juana Enríquez de Córdova y Ayala, segunda mujer de D. Juan II. Sin embargo, los padres de Cervantes poseían escasos bienes de fortuna, de suerte que nuestro gran ingenio no pudo visitar las universidades, siendo él mismo, con la prodigiosa fuerza de sus condiciones naturales, quien logró crearse una personalidad originalísima, exenta de la pedantería oficial y universitaria, riquísima en observación y práctica de la vida, libro que Cervantes estudió en posadas, campamentos y cárceles. Alcalá era en aquel tiempo emporio de las ciencias y estudios liberales. Cervantes vio representar al famoso Lope de Rueda, insigne farsante y autor dramático. Y de tal modo quedaron grabados en su imaginación los versos que le oyó recitar, que Cervantes los repetía en su edad provecta como modelo de cómica elocución. Hay muy escasas noticias acerca de quiénes fueron sus primeros maestros, y tan solo conocemos el del presbítero Juan López de Hoyos, humanista muy apreciado. La aplicación de Cervantes era tanta que, aparte las horas que invertía en sus estudios, recogía por las calles cuantos papeles rotos encontraba, leyéndolos con avidez.